Sequía lleva a los ríos de la Amazonía brasileña a niveles históricamente bajos

El río Negro, el segundo tributario más grande del Amazonas, alcanzó el lunes su nivel más bajo desde que comenzaron las mediciones oficiales cerca de Manaos hace 121 años. El récord confirma que esta parte de la selva tropical más grande del mundo atraviesa su peor sequía, poco más de dos años después de pasar por su peor inundación.

La mañana del lunes, el nivel del agua en el puerto de la ciudad fue de apenas 13.5 metros (44,3 pies), en comparación con los 30.02 metros (98.5 pies) que se midieron en junio de 2021, el nivel más alto del que se tenga registro. El río Negro suple cerca del 10% de la cuenca del Amazonas y es el sexto río más grande del mundo por volumen de agua.

El río Madeira, otro importante afluente del Amazonas, también ha registrado niveles históricamente bajos, lo que causado la suspensión de operaciones de la presa hidroeléctrica Santo Antonio, la cuarta más grande de Brasil.

A lo largo de la Amazonía brasileña, el bajo nivel de los ríos ha dejado aisladas a cientos de comunidades ribereñas que tienen problemas para acceder a agua potable. La sequía también ha afectado la navegación comercial que abastece a Manaos, una ciudad de 2 millones de habitantes con un importante parque industrial.

Manaos es la ciudad más grande y la capital de Amazonas, el estado más afectado por la sequía. A finales de septiembre, 55 de sus 62 municipios declararon estado de emergencia debido a la sequía.

“Ya no hay agua por la cual pasar. Se acabó la navegación”, dijo el navegante Cledson Lopes Brasil a The Associated Press.

Lopes trabaja en la Marina do Davi, la entrada hacia decenas de comunidades ribereñas, algunas de las cuales cuentan con playas arenosas que atraen al turismo. La que llegó a ser una zona bulliciosa actualmente está rodeada de tierra reseca en la que se pueden ver casas flotantes encalladas en la arena.

Desde el mes pasado, Lopes ha optado por una embarcación de menos potencia, más apropiada para aguas poco profundas. Sin embargo, aún no puede llegar a la mayoría de las comunidades que se ubican a lo largo del Taruma-Açu, un afluente del río Negro. Algunos habitantes deben caminar hasta tres horas para llegar a sus casas, y la actividad turística se detuvo por completo.

Manaos y otras ciudades cercanas también sufren con las altas temperaturas y el denso humo de los incendios cercanos provocados por el hombre para la deforestación y el desmonte para la ganadería. La sequía es también la causa probable del deceso de decenas de delfines de río en el lago Teké, cerca del Amazonas.

Es un marcado contraste con julio de 2021, cuando las aguas del río Negro se apoderaron de parte del centro de Manaos. La histórica inundación, que también arruinó cultivos y cientos de comunidades ribereñas, se prolongó durante cerca de tres meses.

Philip Fearnside, un investigador estadounidense en el Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonía, una agencia pública, prevé que la situación se deteriore, tanto durante el evento actual como en un futuro, y que haya una mayor frecuencia y severidad de eventos similares.

Dijo que el agua superficial en el océano Pacífico ecuatorial oriental actualmente tiene una temperatura más alta que durante El Niño de 2015-2016, y se está expandiendo. En la Amazonía, estos calentamientos en el Pacífico conducen principalmente a sequías en la parte norte de la región.

Por otra parte, una pequeña zona de agua caliente en la región tropical del océano Atlántico norte está provocando una sequía en la parte sur de la Amazonía, similar a lo que sucedió en 2005 y 2010, de acuerdo con los investigadores.

“El pronóstico es que se retrase el inicio de las lluvias en comparación con lo normal, y que la temporada de lluvias sea más seca de lo habitual”, dijo Fearnside. “Esto podría resultar no sólo en un nivel extremadamente bajo del agua este año, sino también en niveles bajos en 2024. Hasta que no comience la temporada de lluvias en la cuenca, la situación que se vive actualmente debería empeorar”.